Después de haberse dirigido simultáneamente a los fuertes y a los débiles, el apóstol dirige además una advertencia a los primeros, para inducirlos a no usar su libertad sino en conformidad con la ley del amor. Como observa Hofmann, no tenía nada parecido que recomendar a los débiles; porque el que está interiormente atado no puede cambiar de conducta, mientras que el hombre fuerte que se siente libre puede a su antojo hacer uso de su derecho o renunciar a él en la práctica.

Para inducir al creyente fuerte a hacer sacrificio de su libertad, el apóstol trae consigo los dos motivos siguientes: 1ro. Romanos 14:13-19 a, el deber de no herir el corazón del débil ni producir irritación interior; 2d. Romanos 14:19-23 , el temor de destruir la obra de Dios dentro de él al llevarlo a hacer algo en contra de su conciencia.

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