Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, y nadie muere para sí mismo. Porque si vivimos, para el Señor vivimos; si morimos , morimos para el Señor. Ya sea que vivamos, por lo tanto, o que muramos , somos del Señor.

En todo lo que concierne al uso activo de la vida (como el disfrute de una especie de alimento), así como en todo lo relacionado con el derroche de la misma, de la cual la muerte es la terminación (como la abstinencia), el cristiano no depende de su propia voluntad, sino en la del Señor. Pablo no quiere decir con ello cómo debemos actuar. Porque en ese caso, el siguiente verso requeriría estar conectado con este por lo tanto , y no por por.

Es un hecho que él expresa; la supone realizada en la vida de sus lectores. La verdad de esta suposición se desprende del significado de la palabra ἡμῶν, nosotros , nosotros los creyentes. La fe, si es real, implica esta consecuencia. Una vez que somos creyentes, la corriente de la vida con todo lo que abarca, y la corriente de la muerte con todo lo que la acelera, ya no tienden hacia uno mismo, como en nuestra existencia natural. En consecuencia, no podemos ser llamados por los hombres a dar cuenta de nuestra conducta, aunque difiera de la de ellos.

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