Luego se enamoró de una mujer cerca de su lugar de nacimiento llamada Dalila. Los señores de los filisteos le ofrecieron 1.100 siclos de plata de cada uno de ellos si podía descubrir el secreto de su fuerza. Tres veces la engañó y derrocó a los hombres que venían a capturarlo. Sin embargo, la cuarta vez ella lo desgastó con continuos interrogatorios y él reveló que el secreto de su fuerza estaba en el voto nazareo.

Recuerde, el cabello sin cortar era un símbolo de su vida consagrada a Dios, entonces, cuando un peluquero filisteo se lo cortó mientras dormía en el regazo de Dalila, la fuerza del Señor lo abandonó. Esta vez los filisteos lo capturaron con éxito, le sacaron los ojos, lo ataron con grillos de bronce o bronce y lo pusieron a trabajar moliendo grano en la prisión (16:4-21).

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