Sed imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo. Esta es una continuación del capítulo anterior. Imítenme, oh Corintios, en que, como dije, no busco mi propio beneficio sino el de muchos, para que se salven; y en esto imito el celo de Cristo, que no buscó su propio bien, sino nuestra salvación, y para alcanzarlo descendió del cielo a la tierra, tomó nuestra carne, se afanó y se entregó a la muerte de cruz.

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Antiguo Testamento