Porque los que estamos en este tabernáculo gemimos agobiados. Estar cargado, como lo toma el siríaco, a través del peso y la carga del cuerpo. Sin embargo, podemos decir con S. Gregorio Nacianceno: "Quita de mí, oh Señor, este manto pesado" (este cuerpo terrenal, pesado y molesto), "pero dame otro, uno que sea más ligero".

No por eso seríamos desvestidos sino revestidos. No seríamos privados del cuerpo, sino que seríamos revestidos de gloria, si, no obstante, estando revestidos de un cuerpo de carne, no seamos hallados despojados de él por la muerte. El Apóstol tiene la costumbre de hablar de la resurrección y del día del juicio como si estuvieran cerca, y como si él con los demás vivos los contemplara.

Cf. 1 Tesalonicenses 4:17 . Dado que el Apóstol dice que no seremos despojados de nuestro cuerpo, Platón se equivocó al identificar σω̃μα y ση̃μα , como si el cuerpo fuera una tumba. En esto fue seguido por Orígenes, quien supuso que las almas estaban encerradas en cuerpos como en prisiones en castigo por sus pecados.

Pero el alma no anhela liberarse del cuerpo, como lo haría si esta teoría fuera cierta. El cuerpo es, pues, amigo, compañero y colega del alma, y ​​el alma exige su cuerpo como la forma exige la materia, y viceversa. El Apóstol parecería estar aquí condenando este error de Platón y sus seguidores, que se enseñaba comúnmente en las escuelas de Corinto.

Que la mortalidad pueda ser tragada por la vida. Mortalidad por inmortalidad.

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