y viendo a Jesús mientras caminaba, etc. Como si dijera: "He aquí a Cristo como un Cordero sin mancha, destinado a una víctima, para que sea ofrecido a Dios en la cruz, por los pecados de todo el mundo". Cuando Juan habló así, fue como si dijera a sus discípulos: "¿Por qué me seguís? Seguid a Aquel que es el Cordero de Dios, el rescate del mundo".

Aquí obsérvese la prudencia y la modestia de Juan. No obliga ni insta a sus discípulos a seguir a Cristo, sino que sólo se los indica, para que puedan perseguir con mayor ardor un bien tan grande cuando fue descubierto por ellos mismos. Como un hombre que, cuando una joya se vende por poco precio, señala a los mercaderes cuán grande es su valor, y los hace anhelar por su propia voluntad comprarla.

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