El que es de Dios, &c. Aquí asigna la verdadera razón de la incredulidad de los judíos, porque no nacieron de Dios, sino del diablo; es decir, no escucháis el espíritu e instinto de Dios, sino del diablo. Porque el diablo ha cegado vuestros corazones con avaricia, odio y envidia de Mí. Y vosotros, por tanto, no escucháis las palabras de Dios que yo, que soy enviado de Él, os anuncio, porque no las oiréis ni entenderéis.

Porque, pues, vosotros no sois hijos de Dios, que es veraz, sino del diablo, que es mentiroso; escucháis sus sugerencias mentirosas, pero no daréis oído a las verdaderas palabras de Dios que son pronunciadas por Mí.

Además S. Agustín y S. Gregorio ( Hom. xviii.) entienden estas palabras de los elegidos y réprobos. El que es predestinado y elegido oye las palabras de Dios, vosotros no las oís porque sois réprobos. Pero este no es el sentido literal y genuino de la palabra, sino meramente adaptado. Porque como observan Toletus y Maldonatus, muchos de los que en ese tiempo no creían en Cristo creyeron después en la predicación de San Pedro y los Apóstoles; y por otro lado, algunos que entonces creyeron en Cristo después se apartaron de la fe y se convirtieron en réprobos (ver Juan 6:67).

Por último, los maniqueos infirieron erróneamente del pasaje (como afirma S. Agustín) que algunos hombres son buenos por su propia naturaleza, en cuanto creados por Dios bueno, pero otros son naturalmente malos, en cuanto creados por el principio del mal.

Moralmente: S. Gregorio infiere así de este dicho de Cristo: "Que cada uno se pregunte si toma la palabra de Dios con el oído de su corazón, y entenderá de dónde es. La verdad nos invita a anhelar el cielo". patria, para aplastar los deseos de la carne, para rehuir la gloria del mundo, para no codiciar los bienes ajenos, para ser liberal con los propios. Que cada uno de vosotros considere si esta voz de Dios ha prevalecido en el oído de su corazón, y reconocerá que es de Dios.

Y justo debajo, "Hay algunos que de buena gana escuchan las palabras de Dios hasta ser movidos por la compunción hasta las lágrimas, pero que después de las lágrimas vuelven de nuevo a su pecado". Y éstos ciertamente no oyen las palabras de Dios, porque desdeñan realizarlas en los hechos.” De ahí S. Gregorio infiere que es señal de predestinación divina si el hombre obedece las santas inspiraciones de Dios, y de reprobación si las rechaza. ellos (ver Prov. 1:24).

Y Juan 10:27 , "Mis ovejas oyen mi voz". Los que oyen la voz de Cristo su Pastor se salvan, los que no la oyen son devorados por el diablo. Así también Cristo dice claramente: "Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan" ( Lucas 11:25 ).

Y San Bernardo (Serm. 1 , in Septuag .) dice a sus monjes que la mayor prueba de la predestinación es la provechosa escucha de la palabra de Dios. Porque era su alimento constante, mediante la lectura, la meditación y la oración, examinar todo lo que sale de la boca de Dios y cumplirlo en sus vidas.

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