Una pregunta - Más bien una controversia una disputa.

Los discípulos de Juan - Aquellos que habían sido bautizados por él y que atribuyeron gran eficacia e importancia a la enseñanza de su maestro. Compare las notas en Hechos 19:1.

Y los judíos - Muchos manuscritos, algunos de los padres y la antigua versión siríaca leen esto en el número singular "con un judío", uno que es comúnmente supuesto, había sido bautizado por los discípulos de Jesús.

Acerca de la purificación - No sabemos cuál fue el tema exacto de esta disputa. De lo que sigue, parece probable que se tratara del valor comparativo y la eficacia del bautismo realizado por Juan y por los discípulos de Jesús. La palabra "purificar" puede aplicarse al bautismo, ya que era un emblema del arrepentimiento y la pureza, y así fue utilizada por los judíos, por Juan y por Jesús. Sobre este tema parece que surgió una disputa, y se llevó a tal extremo que se presentó una queja a John. De esto podemos aprender:

1. Que incluso en el tiempo de Jesús, cuando el evangelio comenzó a ser predicado, se presenció lo que ha sido desde entonces: disputas infelices sobre el tema de la religión. Incluso los conversos jóvenes pueden, por celo e ignorancia sobrecalentados, caer en una discusión furiosa.

2. Que tales discusiones son comúnmente sobre algún tema religioso sin importancia, algo para lo que aún no están calificados para entender, y que no los afecta materialmente si pudieran.

3. Que tales disputas a menudo están conectadas con un espíritu de proselitismo, con la jactancia de la excelencia superior de la secta con la que "nosotros" estamos conectados, o en relación con quienes nos hemos convertido, y a menudo con el deseo de persuadir a otros a Unete a nosotros.

4. Que tal espíritu es eminentemente inapropiado en tales ocasiones. El amor debe caracterizar los sentimientos de los jóvenes convertidos; una disposición para investigar y no disputar; una voluntad de que todos sigan los dictados de sus propias conciencias, y no un deseo de hacerles proselitismo a nuestra forma de pensar o nuestra iglesia. Se puede agregar que casi no hay nada que detenga de manera tan efectiva y efectiva un renacimiento de la religión como disposición para disputar, y hacer prosélitos a modos particulares de fe, y de administrar las ordenanzas del evangelio.

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