Bendito sea el Señor, porque ha escuchado la voz de mis súplicas - Este es uno de esos pasajes que ocurren con frecuencia en los Salmos, cuando ha habido un fervor y oración ansiosa ofrecida a Dios, y cuando la respuesta a la oración parece ser inmediata. La mente del ansioso y preocupado defensor se calma; las promesas de Dios se llevan directamente al alma; se obtiene la paz que se buscaba; y el que comenzó el salmo con profunda angustia y problemas mentales, se alegra al final del mismo en las evidencias del favor divino y el amor. Lo que le sucedió así al salmista frecuentemente ocurre ahora. La respuesta a la oración, en lo que respecta a dar tranquilidad y seguridad a la mente, a menudo es inmediata. El espíritu turbado se calma; y cualquiera que sea el resultado en otros aspectos, el corazón se vuelve pacífico y confiado, y siente la seguridad de que todo estará bien. Es suficiente para nosotros sentir que Dios nos escucha, porque si esto es así, tenemos la seguridad de que todo está bien. En este sentido, ciertamente, es correcto buscar una respuesta inmediata a nuestras oraciones. Ver Isaías 65:24, nota; Daniel 9:21, nota.

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