Porque no nos atrevemos a contarnos o compararnos con algunos de ellos que se alaban a sí mismos; pero ellos mismos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose entre sí, son sin entendimiento. [Que todos los que así me acusen de cobardía sepan con seguridad que cuando yo venga mis hechos se corresponderán con las amenazas y advertencias en mis cartas. De ninguna manera he exagerado mi autoridad o poder al escribirles, porque en este arte de exagerar elogios o elogios propios, no estoy a la altura de los falsos líderes de Corinto.

En este arte no soy tan diestro como para presumir de medirme con estos expertos corintios, porque ellos, sin mirar nunca fuera de su propio círculo estrecho, sino comparándose entre sí, se han hinchado con un sentido inflado de autoimportancia que han sido perforados hace mucho tiempo, de modo que se habrían derrumbado si se hubieran puesto en comparación con los verdaderos apóstoles.

El valor real nunca puede hablar tan bien de sí mismo como la vanidad engreída e irrazonable. Aquellos que se comparan con Cristo pierden esa exaltación propia que pertenece a aquellos que se comparan solo con los hombres, por lo que están demasiado incapacitados para competir con cualquiera de ellos en materia de jactancia.]

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