Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por el amor. [A los ojos de Dios, no importa lo que un hombre haya sido, si un judío circuncidado, o un gentil incircunciso. A su juicio, no hay mérito en ninguna de las dos condiciones. Lo que valora es la fe en su Hijo, Cristo Jesús, que se manifiesta en el servicio amoroso a él.]

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