24. La conclusión de la conversación entre Pedro y Simón nos deja en duda sobre el destino final de este último. Pedro lo había exhortado a arrepentirse y orar a Dios por perdón. (24) " Entonces Simón respondió y dijo: Rogad al Señor por mí, que no me sobrevenga ninguna de estas cosas que habéis dicho". Esta respuesta indica muy claramente que el discurso mordaz de Pedro tuvo un buen efecto.

Sin duda despertó a Simón a una percepción más clara de su propio carácter, lo llenó de un temor reverencial más apropiado por el Espíritu Santo y despertó cierto temor de las terribles consecuencias de su pecado. Cuando el telón de la historia cae aquí sobre él, desaparece en un estado de ánimo más prometedor, pero sin dejarnos completamente seguros de que se recuperó del dominio de sus pasiones impías. Se dicen muchas cosas de su carrera posterior, en comentarios antiguos y modernos, pero nada que esté lo suficientemente autenticado como para merecer nuestra seria atención.

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