esto es, que yo con vosotros sea consolado en vosotros, cada uno de nosotros por la fe del otro, tanto la vuestra como la mía. [Pablo aquí establece la razón por la cual deseaba tan fervientemente visitar la iglesia en Roma; fue porque deseaba disfrutar de la bienaventuranza tanto de dar como de recibir. Los dones espirituales son aquellos obrados por el Espíritu Santo, y de estos Pablo tenía dos clases para otorgar: 1, extraordinarios o milagrosos, y 2, ordinarios, o pertenecientes a las gracias cristianas.

Sin duda tenía en mente el otorgamiento de estos dos dones, porque ningún apóstol había visitado todavía la iglesia para otorgar el primero y, de la lista de dones registrados en Romanos 12:6-8 ; parece que el de la profecía era el único milagroso que poseían; y el contexto, especialmente el versículo 12, indica que estos últimos, u obsequios ordinarios, también estaban en sus pensamientos.

Debido a que sus creencias eran esencialmente las mismas, Pablo reconoce aquí la capacidad de todos los discípulos, incluso los más humildes, para consolarlos, es decir, animarlos y ayudarlos mediante el fortalecimiento de su fe; porque su constancia reaccionaría sobre él. Los dones, ya fueran de naturaleza milagrosa o simplemente gracias, tendían a establecer o fortalecer la iglesia.]

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