Y de la misma manera también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque no sabemos orar como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles [Y no solo somos alentados por el gemido compasivo de la creación, y nuestras esperanzas bien fundadas de esperar pacientemente la liberación y la glorificación, sino que también somos ayudados de la misma manera al hacerlo por la ministración del Espíritu Santo, que nos ayuda en nuestra debilidad, especialmente en la obtención de la fuerza, la paciencia, etc.

, necesario para permitirnos perseverar fielmente hasta que llegue la hora de nuestra liberación. Y necesitamos tal ayuda, porque, abandonados a nosotros mismos, dejaríamos de pedir estas cosas que necesitamos, y gastaríamos nuestro tiempo y fuerzas pidiendo aquellas cosas que no necesitamos; porque no somos lo suficientemente sabios para orar por las cosas por las cuales, considerando nuestra debilidad real y presente, debemos orar. Pero el Espíritu conoce estas cosas necesarias, y proporciona un remedio para nuestra debilidad intercediendo él mismo por nosotros, no orando independientemente, o aparte de nosotros, sino moviéndonos y exaltándonos en nuestra oración, y suscitando en nosotros suspiros, anhelos, aspiraciones y anhelos del alma por aquellas cosas que son nuestras verdaderas necesidades, pero que son tan mal entendidas por nosotros que no podemos expresarlas adecuadamente en palabras];

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