Job ignoraba igualmente las cosas que no podía ver, como la verdadera naturaleza de los lechos oceánicos. El fondo del océano no es plano ni arenoso, sino que está lleno de profundos recovecos y manantiales subterráneos. En tiempos modernos hemos descubierto que algunos de estos recovecos tienen más de 30,000 pies de profundidad.

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