Este pasaje nos da los mensajes de tres ángeles. El primer ángel fue visto volando y teniendo (el) evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra. ¿Es este el evangelio de salvación para el mundo?, ¿a qué nos referimos habitualmente con el término "evangelio eterno"? Podría parecer así debido a los mismos términos usados, "evangelio eterno". ¿O es su evangelio el anuncio de la condenación y el juicio sobre el perseguidor? Este punto de vista se ve favorecido por las palabras que en realidad pronuncia porque dice: "La hora de su juicio (el de Dios) ha llegado", es decir, sobre el perseguidor.

Quizá no sea necesario que decidamos esa cuestión con demasiada rigurosidad, ya que tal vez un punto de vista realmente involucre al otro. De todos modos, su mensaje fue: "Temed a Dios y adorad al que hizo todas las cosas, porque él es el juez y la hora de su juicio ha llegado". Y los siguientes ángeles tendrán algo más que decir al respecto. Entonces el segundo ángel siguió diciendo: "Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación". La última palabra es un sinónimo bíblico de idolatría, que quizás incluya también todos sus vicios.

Aquí nos encontramos por primera vez con el nombre de Babilonia. ¿Qué era esta Babilonia declarada caída? Ahora no hay duda en mi mente de que esta Babilonia era Roma. Porque en el capítulo diecisiete se nos muestra a una mujer vestida de manera ostentosa, llamada ramera, con el nombre de Babilonia en su frente, y el último versículo del capítulo 17:18 dice: "Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.

Esto es absolutamente concluyente de que Babilonia es el nombre dado a Roma en el Apocalipsis y que aquí estamos tratando con los tiempos de la Roma Pagana, y no con un período futuro denominado, "La Tribulación". Roma fue llamada Babilonia porque una especie de duplicado de la antigua Babilonia, en el sentido de que era una perseguidora del pueblo de Dios, era intensamente idólatra y estaba condenada a ser derrocada por sus pecados.

El tercer ángel sigue a los otros dos declarando la ira de Dios sobre los adoradores de la bestia. Serán atormentados con fuego y azufre, y el humo de su tormento subirá por los siglos de los siglos.

Así como Juan mostró al principio del capítulo la bienaventuranza de los que adoraban al Cordero, ahora muestra, con terribles imágenes, el castigo de los que adoran a la bestia. Para uno eterna bienaventuranza en el cielo, para otro tormento eterno en el infierno.

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