¿Cómo podría regocijarse el salmista ante la idea de que los pequeños fueran estrellados contra las rocas?

PROBLEMA: Cuando el salmista considera el juicio final que se producirá contra Babilonia, parece regocijarse de que se dañará a los bebés. ¿Cómo podría un hombre de Dios regocijarse por un evento tan trágico y cruel?

SOLUCIÓN: El salmista no se regocija por el ajetreo de los bebés. Más bien, se regocija por la justicia retributiva de Dios que finalmente devolvería la crueldad de los babilonios sobre ellos como un castigo justo por sus crímenes. Los babilonios habían tratado a los hebreos ya sus hijos con esos actos de brutalidad. Finalmente, Dios traería a los medos y persas para infligir su juicio sobre Babilonia.

En manos de Dios, los ejércitos de medos y persas equilibrarían la balanza de la justicia, pues los babilonios cosecharían lo que habían sembrado (ver comentarios a Salmo 109:1 ss).

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