Puro de la sangre ; no soy culpable, por infidelidad, de la destrucción de ninguno. Los ministros, para estar libres de la culpa de ser cómplices de la ruina de los hombres, deben declararles, en cuanto la entiendan, la voluntad divina; y especialmente deben mostrarles el autor, la naturaleza, la necesidad y las evidencias del arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo, y exponerles los motivos que Dios les ha revelado y que son adecuados para llevarlos a ejercer estas gracias espirituales. ; y al hacerlo, deben depender de la influencia del Espíritu Santo y buscarla fervientemente.

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