La alegoría del caldero hirviendo. El duelo y el silencio significativo de Ezequiel

Esta profecía está fechada en el día en que comenzó el sitio de Jerusalén. Dios le ordena a Ezequiel que anote la fecha y les hable a los exiliados una parábola final del destino venidero de la ciudad. Jerusalén es una olla oxidada llena de agua y carne y prendida al fuego. La carne se hierve bien y se saca pieza a pieza al azar. La olla vacía se vuelve a poner al fuego para que el óxido se queme. El óxido denota la impureza y el derramamiento de sangre de Jerusalén. La ebullición es el asedio, y el vaciado de la olla es el cautiverio. El calentamiento de la olla vacía simboliza el incendio de la ciudad al final del sitio ( Ezequiel 24:1 ).

Ezequiel pronunció este mensaje por la mañana, y su esposa murió en la noche del mismo día, pero en obediencia a un mandato divino no se entregó a ningún signo de duelo. Su dolor silencioso era un emblema del estupor en el que serían arrojados los exiliados cuando se enteraran de la caída de Jerusalén. Sin embargo, cuando los supervivientes del asedio llegaran a Babilonia, el silencio de Ezequiel llegaría a su fin ( Ezequiel 24:15 ).

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