Tocó ] A nadie se le permitía tocar ni siquiera saludar a un leproso. Si incluso metía la cabeza en un lugar, se volvía inmundo. Había que mantener una distancia de no menos de 4 codos (6 pies) del leproso, o si el viento venía de esa dirección, 100 codos apenas eran suficientes. Al tocar así al leproso, Cristo también mostró su superioridad a la ley de Moisés. Lejos de ser él mismo contaminado, su toque impartió limpieza.

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