Salomón dio a la reina todo su deseo. Con sus mutuos regalos, testificaron su amistad el uno con el otro; deseando por estas cosas ser recordado. Todo lo que ella pidió, además de lo que Salomón le dio de su real recompensa , deseaba saber qué cosas le serían aceptables entre todas las rarezas que había visto y las que él le había otorgado; además de lo cual añadió otras cosas de valor, que, es probable que no lo haya hecho en su propio país. Así, los que se dirigen a nuestro Señor Jesús lo encontrarán no solo más grande y más sabio que Salomón, sino también más bondadoso. Todo lo que pidamos, será hecho por nosotros; es más, él, por su generosidad divina, que excede infinitamente la generosidad real, incluso la de Salomón, hará por nosotros más de lo que podemos pedir o pensar.Lector, ¿no tienes deseos? sin deseos? ¿No te diriges a él? Pide y te será dado.

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