Todo Israel lo lloró y con justicia: no solo por la pérdida de un príncipe esperanzado, sino porque su muerte arrancó las compuertas por las que se desató una inundación de juicios. Según la palabra del Señor por Ahías, así, al cumplir la Dios confirmó todas las demás amenazas contra la casa de Jeroboam y el pueblo de Israel en las predicciones de su profeta acerca de la muerte y sepultura del niño, y las lamentaciones que el pueblo hizo por él.

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