Ahora pues, para que se resuelva este gran conflicto entre tú y yo; para que se pueda determinar quién es el Dios verdadero y, por lo tanto, el objeto apropiado del culto del pueblo; que se pueda descubrir y eliminar la verdadera causa de estos duros juicios, y así cesar la plaga; envía mensajeros y reúne a todo Israel por sus jefes o representantes, para que sean testigos de todos nuestros negocios; al monte CarmeloNo el Carmelo de Judea, sino otro lugar de ese nombre en la tribu de Isacar, junto al mar central, que él eligió, porque, al estar en el centro del reino de Acab, todas las tribus podrían convenientemente acudir a él; y al estar lejos de Samaria, Jezabel, tenía motivos para pensar, no estaría presente allí para obstaculizar su plan. Y como era una montaña muy alta ( Amós 9:3 ) y sobre el mar, desde allí podría descubrir la lluvia en su primer acercamiento. Los profetas de Baal, cuatrocientos cincuenta que estaban dispersos por todo el reino. Los profetas de las arboledas cuatrocientosQue atendían a aquellos ídolos que se adoraban en las arboledas que estaban cerca de la ciudad real y muy frecuentadas por el rey y la reina. El Sr. Selden entiende por ellos a los profetas de Astarté, la gran diosa de los sidonios, y hace que su opinión sea muy probable al comparar muchos pasajes de las Escrituras juntos. Que comen en la mesa de Jezabel A quien ella sostenía, muy probablemente no siempre, pero solo en este tiempo de hambruna, cuando, debido a la extrema pobreza que prevalecía, no podían ser sostenidos por las ofrendas del pueblo, y las ganancias que obtenían de ellos. Pero esto muestra suficientemente el enamoramiento y celo de Jezabel por estos sacerdotes idólatras, que en un tiempo de tanta hambruna ella debería tomar sobre ella para proveer para ochocientos cincuenta de ellos.

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