¡Qué oración y súplica alguna puede hacer un hombre afligido por calamidades nacionales o problemas privados y personales! Ahora viene a hablar del caso de israelitas individuales. Si algún hombre de Israel tiene algún encargo para ti, aquí te encontrará, aquí encontrará gracia contigo. No instancia en particular; tan numerosos, tan diversos son los agravios de los hijos de los hombres. El cual conocerá cada uno la plaga de su propio corazón, su pecaminosidad, la corrupción de su naturaleza, que puede llamarse la plaga de su propio corazón, en oposición a las otras plagas aquí mencionadas: y así el sentido es, que por sus aflicciones son llevados a un sentido verdadero y serio de la plaga interna de sus pecados, que se llama más adecuadamente la plaga del corazón, porque el corazón es tanto el asiento principal del pecado como la fuente de donde fluyen todos los pensamientos, palabras y acciones pecaminosas. Ahora todo israelita verdadero se esfuerza por conocer su corazón, y su pecaminosidad y depravación, a fin de resistir y mortificar sus deseos, pasiones e inclinaciones corruptas, y estar alerta contra los primeros brotes del mal en su interior. De estas cosas se queja: estas lo llevan de rodillas y al santuario, y, lamentando y buscando liberación de ellas, extiende sus manos en oración, mientras Ezequías extiende su carta ante el Señor. Lector, ¿es esta tu práctica?

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