Todo Judá lo honró en su muerte. Lo sepultaron en el más importante de los sepulcros, y le hicieron un fuego tan grande como para Asa; o, lo que es un honor mucho mayor, hizo gran lamentación por él, como lo hicieron después por Josías. Aunque es de temer que la generalidad del pueblo no cumpliera con los de sus reyes, que eran piadosos, en sus esfuerzos por reformar la nación; sin embargo, no pudieron sino alabar esos esfuerzos, y la memoria de esos reyes fue bendecida entre ellos. Es una deuda que tenemos con quienes han sido eminentemente útiles en su día, hacerles honor a su muerte, cuando están fuera del alcance de los halagos, y hemos visto el final de su conversación.

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