¿No son Abana y Farpar mejores que todas las aguas de Israel? ¡ Cuán magníficamente habla de estos dos ríos que regaron Damasco, y cuán despectivamente de todas las aguas de Israel! ¿No puedo lavarme en ellos y quedar limpio? ¿No hay en ellos una virtud tan grande para este propósito? Pero debería haber considerado que la curación no debía ser realizada por el agua, sino por el poder de Dios, quien podría usar los medios y el método de curación que quisiera.

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