Comentario de la Biblia de Joseph Benson
Daniel 3:26-27
Entonces Nabucodonosor se acercó a la boca del horno tan cerca como se atrevió a llegar; y habló con un tono más suave que antes, habiendo apaciguado Dios el fuego de su furor; y dijo: Siervos del Dios Altísimo , etc. El milagro le recuerda la confesión que antes había hecho del Dios verdadero, Daniel 2:47 . Y ahora puede reconocerlo a la vez como el más alto sobre todos los dioses, y los tres dignos, que habían sido condenados a las llamas, como sus fieles servidores. Observa, lector, que tarde o temprano Dios convencerá al más orgulloso de los hombres, de que él es el Dios Altísimo, y está por encima de ellos, y demasiado duro para ellos, incluso en aquellas cosas en las que tratan con orgullo y presunción,Éxodo 18:11 . Asimismo, les hará saber quiénes son sus siervos, que él los posee y los apoyará. Nabucodonosor abraza ahora a aquellos a quienes había abandonado a la destrucción, y está listo para mostrarles toda la bondad posible, percibiéndolos como los favoritos del Cielo.
No se nos dice cómo se retiró el cuarto, cuya forma era como el Hijo de Dios , y si desapareció o ascendió visiblemente; pero de los otros tres se nos informa, que salieron de en medio del fuego como Abraham su padre de Ur , es decir, el `fuego , de los caldeos, en el cual, dice la tradición de los judíos, él fue expulsado por negarse a adorar ídolos, y de los cuales fue liberado, como lo fueron sus tres descendientes. Cuando tuvieron su descarga, no tentaron a Dios al quedarse más tiempo, sino que salieron como tizones del fuego. Y los príncipes, gobernadores, etc., reunidos, vieron a esos hombresTodos los grandes hombres se reunieron para verlos, y se asombraron al descubrir que no habían recibido el menor daño por el fuego; que no tenía poder sobre sus cuerpos , etc. Aquí se utilizan varias expresiones, que se elevan en fino orden una encima de la otra, y el clímax es hermoso. El fuego no solo no tenía poder prevaleciente sobre sus cuerpos, sino que tampoco se quemó un cabello de su cabeza, ni se chamuscaron sus túnicas sueltas, ni siquiera el olor a fuego había pasado sobre ellos.