No te apresures con tu boca. No hables sin la debida consideración; y no se apresure tu corazón. No te dejes llevar por cada movimiento repentino de tu corazón, ni dejes que salga de tus labios hasta que lo hayas pesado bien. Debemos pensar, y pensar dos veces, antes de hablar, cuando vamos a hablar, ya sea de Dios en la predicación, o de Dios en oración, o en votos solemnes y promesas hechas en su presencia; que estaban muy en uso en aquellos tiempos, y de los que habla en los siguientes versículos. Porque Dios está en los cielos. Es un Dios de infinita majestad, santidad y conocimiento, y por lo tanto ni siquiera debe ser pensado, y mucho más no debe ser adorado, sin profunda veneración, gran solemnidad y mucha consideración seria; y tu en la tierraTú eres un pobre gusano de la tierra, infinitamente por debajo de él, y por lo tanto más deberías temerle, y temer ofenderlo; Por tanto, sean pocas tus palabras. 1. En oración: no uses vanas repeticiones, ni una multitud de palabras, como si fueran necesarias para informar a Dios de tus necesidades, o para prevalecer con él para conceder tus peticiones; o como si ciertamente debieras ser escuchado por eso mismo: ver Mateo 6:7 . 2d, Al hacer votos: no seas demasiado pródigo al hacer más votos y promesas de los que puedas o quieras y estés resuelto a realizar. Recuerda que Dios mira desde el cielo, escucha todos tus votos y espera un cumplimiento puntual de ellos.

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