La reina Vasti se negó a venir siendo favorecida en esta negativa por la ley de Persia, que era mantener a las esposas de los hombres, y especialmente a las reinas, fuera de la vista de otros hombres. Su ira ardía en él. Era más inmoderado, porque su sangre estaba caliente con el vino, lo que hacía que su pasión fuera demasiado fuerte para su razón. De lo contrario, no habría considerado decente para la reina, ni seguro para él, tener su belleza, que era muy grande, expuesta de esta manera inusual, y habría pensado que ella había actuado con prudencia al negarse.

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