Y cuando Pablo estaba a punto de abrir la boca para hablar en su propia defensa; Galión, consciente de la inutilidad de la acusación; dijo a los judíos: Si se tratara de una injusticia o de una perversa lascivia con que acusaron a la persona que ahora me han traído, es decir, si acusan a este hombre de cualquier daño hecho a personas en particular, o de perturbar sin motivo paz de la sociedad; la razón sería Es decir, sería razonable; que debo tener paciencia con ustedes en esta acusación; e incluso que debería ejercer el poder con el que estoy investido, para castigar al delincuente en proporción a su crimen. Pero si es cuestión de palabras

Griego, περι λογου, relativo al discurso o doctrina; y de los nombres, y de vuestra ley, si vuestra acusación respeta las opiniones enseñadas por Pablo, que pensáis heréticas; y si los nombres del Cristo , y del Hijo de Dios , que él ha dado a alguien, deben dársele a esa persona; y si todos los que adoran al Dios de los judíos, deben adorarlo según los ritos de tu ley; Mírenlo. Estos son asuntos que les pertenecen a ustedes y que, como magistrado, no me preocupan. No seré juez de tales asuntosAsuntos tan ajenos a mi oficina. La aparente frialdad y desprecio con que Galión habla de los asuntos en debate entre Pablo y los judíos no merece elogio, sino la más severa censura.

Los nombres de los dioses paganos y las instituciones relativas a su culto y servicio eran fábulas, sombras y engaños; pero la pregunta acerca del nombre de Jesús, su persona, carácter y oficios, y la adoración y el servicio del Dios vivo y verdadero, es de más importancia que todas las demás cosas bajo el cielo. Sin embargo, existe esta singularidad (entre mil más) en la religión cristiana, que la razón humana, curiosa como es en todas las demás cosas, aborrece investigarla. Y los sacó del tribunal No por su clamorosa importunidad.

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