Allí, en ese trono de gracia, donde Dios pone a un lado su majestad y poder, y juzga según su gracia y clemencia habituales; los justos en los que confío soy con sinceridad y verdad; Podía disputarle con humildad y modestamente proponer los fundamentos de su confianza y las evidencias de su justicia. Así que ante una audiencia tan justa e igualitaria; ¿Debería ser liberado de mi juez De las severas censuras de todos los jueces corruptos y parciales, como lo son mis amigos, o más bien, de la sentencia condenatoria de Dios? porque se supone que debe estar suplicando, no solo ante Dios, sino conél. Ésta y algunas de esas expresiones de Job no pueden excusarse de la irreverencia hacia Dios y de una gran confianza en sí mismo; por lo cual, por tanto, Dios lo reprende después, y Job se aborrece a sí mismo.

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