Ante esto también mi corazón tiembla Estas son algunas de las obras de Dios; y aunque hay innumerables más, sin embargo, este único efecto de su poder me infunde terror y hace que mi corazón tiemble, como si fuera a saltar de mi cuerpo y dejarme muerto. Eliú continúa aquí su discurso, que había comenzado antes, acerca de las obras incomprensibles de Dios; y se limita principalmente, como lo hizo en el capítulo anterior, a las maravillas que Dios hace en las nubes. A lo que, finalmente, se une la asombrosa extensión y brillo del cielo; en el que el sol brilla con un brillo que no podemos contemplar. Y de allí concluye, que el esplendor de la Divina Majestad es infinitamente más deslumbrante, y que no debemos pretender dar cuenta de sus consejos.

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