Una fiesta Probablemente era la fiesta de los tabernáculos, que celebraban con más alegría que la ordinaria. Y esa fiesta fue la única temporada en la que se permitió bailar a las vírgenes judías. Pero incluso esto no fue baile mixto. Ningún hombre bailó con estas hijas de Shiloh. Las mujeres casadas tampoco olvidaron tanto su seriedad como para unirse a ellas. Sin embargo, su baile en público los convirtió en una presa fácil: de donde observa el obispo Hall, "Las emboscadas de los espíritus malignos se llevan a muchas almas de la danza a una terrible desolación".

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