A la ley anterior sobre las mujeres sospechosas de adulterio, le sigue aquí otra relativa a la conducta de quienes, por un singular curso de devoción religiosa, deseaban prevenir todos esos pecados; es decir, haciendo votos de pureza poco común y entregándose a Dios de manera extraordinaria. A estas personas se les llamó nazareos; es decir, personas voluntariamente separadas del mundo y dedicadas al culto y servicio de Dios con peculiar rigor. Con respecto a estos, Dios designó las siguientes reglas para ser observadas.

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