Se levantan sus hijos, cuyo testimonio es el más considerable, porque han sido testigos presenciales constantes de toda su conducta, y, por lo tanto, deben haber visto sus faltas, si las hubo, así como sus virtudes; y la llamen bienaventurada tanto por sus propias excelencias como por los muchos frutos felices que han recogido de su sabia y piadosa educación de ellos. También su marido se levanta para dar testimonio de su excelencia; y la alaba a saber, con las siguientes palabras.

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