Aplaudid, pueblos todos, todas las tribus de Israel, o mejor dicho, todas las naciones, no sólo judíos, sino gentiles; porque todos ellos se beneficiarían, o podrían beneficiarse, si no fuera por el traslado del arca al monte Sión, o al templo, sino por lo que estaba representado por ello, la ascensión del Mesías al cielo. Aclamad a Dios a la gloria del Dios de Israel. Porque el Señor Altísimo sobre todos los dioses y los hombres; es terrible

A todos sus enemigos; un gran Rey sobre toda la tierra El monarca universal del mundo entero, y no solo de Israel. Estas elevadas expresiones de llamar a todas las personas a gritar a Dios con voz de triunfo, etc., cualquiera que sea la primera ocasión, parecen haber sido dictadas y elevadas a esta altura de expresión por una influencia profética divina, para prefigurar un acontecimiento que debería suceder en el mundo, es decir, un tiempo en que toda la gente de la tierra, y no sólo los hebreos, debería invocar y regocijarse en el Dios verdadero, Jehová.

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