Cuando lloré por su impiedad y los reproches que arrojaron sobre Dios y la piedad; y castigó mi alma con ayuno , es decir, mi cuerpo o yo mismo; Ese fue mi reproche. Se burlaron de mí por mi piedad y devoción, y por mi fe en las promesas de Dios y esperanzas de recibir su ayuda. También hice de cilicio mi vestido en señal de mi humillación y de mi gran dolor, como se hacía entonces en los días de ayuno. Me convertí en un proverbio para ellos. Usaron mi nombre proverbialmente de cualquier persona que pensaran que era vana y tontamente religiosa. Los que se sientan en la puertaEs decir, como se suele interpretar, los jueces y magistrados, siendo las puertas de las ciudades los lugares de la judicatura. Pero parece mejor estar de acuerdo con el plan del salmista, y adaptarse a la cláusula siguiente, suponer que más bien se refería a personas vanas y ociosas, que pasaban su tiempo en las puertas y mercados; o como suplicaban a las puertas de la ciudad, como lo interpreta San Hilario. Y yo era el cántico de los borrachos De la escoria del pueblo; de todas las personas lascivas y libertinas.

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