Comentario de Coke sobre la Santa Biblia
1 Reyes 12:8
Consultado con los jóvenes que se criaron con él. Era costumbre entre los reyes del este, educar a sus hijos entre otros jóvenes señores de la misma edad; lo cual, como creaba un generoso espíritu de emulación, y tanto hacía querer al príncipe por los nobles como a los nobles por el príncipe, no podía, en general, sino tender en gran medida al beneficio del público. De modo que el método y el diseño de Salomón en la educación de su hijo fueron sabios y bien coordinados, aunque no tuvieron éxito.
Estos jóvenes, sin embargo, no eran tan jóvenes, pero podrían haberlo sabido mejor, porque Roboam tenía cuarenta años cuando entró en el reino; de modo que estos nobles que se criaron con él debían tener más o menos la misma edad; pero eran jóvenes en experiencia y sabiduría, por lo que le dieron al rey un consejo tan poco estacional. Vea a Patrick y Calmet.
REFLEXIONES.— La sucesión recayó en Roboam sin disputa, y nadie parecía disputar su título: pero no estamos más seguros, cuando más confiados en nuestra seguridad.
1. El pueblo de Israel deseaba que el rey viniera a Siquem, en la tribu de Efraín, como si allí reconocieran su título; pero, de hecho, con miras a reparar sus agravios o rebelarse contra su gobierno; y probablemente ya los ganaron los emisarios de Jeroboam. Nota; Más de un diseño básico acecha bajo las apariencias más engañosas.
2. Habiendo enviado en privado a Jeroboam fuera de Egipto, ellos, probablemente por instigación suya, presentaron una petición de reparación de sus agravios, la cual, real o no, le daría un asidero para dar el golpe que meditaba. No se quejan de los pecados de su padre, sino de la pesadez de sus impuestos, y ruegan que los alivien; tampoco es improbable que, aunque el reinado de Salomón al principio fue tan suave y sus circunstancias tan prósperas, sin embargo, cuando mil mujeres lo tenían en su poder, ellas, como tantas arpías, despojarían a los pobres. Nota;(1.) El mejor gobierno no estará exento de espíritus facciosos, listos para hacer estallar las brasas de la sedición entre la población. (2.) La avaricia de una amante mantenida es insaciable. (3.) La mayoría de los hombres están más preocupados por salvar su dinero que sus almas.
3. La locura de Roboam lo arruina. Deseando tres días para responder a su petición, consultó primero a los ancianos que habían sido entrenados en la escuela de sabiduría antes de Salomón. Le aconsejan prudentemente que cumpla con la solicitud del pueblo; o la demanda era razonable, o al menos, en su disposición actual, era político parecer amable y, por una concesión, asegurar para siempre su fidelidad. Roboam no disfrutó de este consejo; por tanto, consulta a sus compañeros más jóvenes, quienes, habiendo crecido con él en sus placeres, supieron halagar su orgullo y aconsejarle aquellas duras medidas que consideraran más agradables a su temperamento; como si no tuviera nada que temer, pero pudiera, mediante el rigor y las amenazas, sobrecoger al pueblo para que obedeciera. Un consejo tan adecuado a su propia disposición que no siguió; y, al tercer día, recibió ásperamente a los diputados del pueblo: lejos de condescender a su petición, o de reivindicar el gobierno de su padre de la opresión, amenaza con hacerles más pesado el yugo y, si se niegan a tirar de él, castigarlos con mayor severidad que su padre lo había hecho alguna vez: si se atrevían a disputar su voluntad, les haría sentir su poder; de modo que su dedo meñique debería ser más grueso que los lomos de su padre.
Este mal consejo fue el juicio justo de Dios sobre él y condujo al cumplimiento de la profecía de Ahías. Nota; (1.) Ese gobierno que subsiste sólo por la severidad, está en una condición tambaleante; ningún trono es seguro, donde un rey no reina en el corazón de sus súbditos. (2.) Son nuestros mejores amigos quienes nos disuaden de los designios temerarios; y son nuestros mayores enemigos, quienes apaciguan nuestra locura y adulan nuestro orgullo. (3.) En la corte, con demasiada frecuencia, el objetivo más a la vista no es el beneficio del reino, sino el agrado del rey.