LA SEGUNDA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A TIMOTEO.

PREFACIO.

ESTA Segunda Epístola a Timoteo no fue escrita hasta algunos años después de la Primera. San Pablo aún no había sido llevado prisionero a Roma, donde permaneció dos años completos, Hechos 28:30 cuando escribió la Primera; mientras que, en el momento de escribir esta Segunda Epístola a su querido discípulo, estaba por segunda vez prisionero en Roma ya punto de sufrir el martirio por el Evangelio, como dice en el cap. 2 Timoteo 4:6 . Comienza esta epístola con expresiones de ternura y estima hacia Timoteo: luego lo anima a cumplir dignamente todos los deberes de su cargo; y como Timoteo había sido llamado al ministerio desde muy joven y había ganado una gran reputación, el apóstol le advierte que huya de las pasiones juveniles, Cap. 2 Timoteo 2:22porque nada es más difícil que mantener la mente dentro de los límites de la humildad, en una época en que la vivacidad de las pasiones se eleva por la conciencia del talento y por los aplausos del público.

En esta ocasión San Pablo repite a su discípulo y querido hermano en Cristo, el consejo que le había dado en su epístola anterior, de evitar preguntas tontas e ignorantes, 2 Timoteo 2:23 porque en general no surge ningún beneficio de tales disputas, siendo principalmente sobre temas más de curiosidad que de importancia, y no produce una instrucción sólida; y, dado que el yo es a menudo más el objeto que la verdad, la consecuencia es que cada uno permanece confirmado en su propia opinión, y se atribuye el mérito de haber obtenido una victoria sobre su adversario, mientras que él mismo está realmente conquistado por su propia vanidad. Después de esto, el apóstol pronostica una gran corrupción en la moral de los cristianos en los últimos días; Ch. 2 Timoteo 3:1 , & c.Añade a esto un elogio de los escritos del Antiguo Testamento, que los haga cada vez más respetados por toda la iglesia, a fin de enseñar a los ministros del Evangelio con frecuencia a extraer de esa santa fuente las doctrinas de la vida eterna. y despertar en todos los fieles la inclinación a hacer de la lectura y la meditación de las Sagradas Escrituras su principal estudio. Por último, el apóstol muestra con qué tranquilidad un siervo del Señor, que ha cumplido fielmente con su deber, puede contemplar la muerte; y cómo, en medio de la ignominia y la tortura, puede mantener sus ojos fijos en el Salvador que está listo para recibirlo y coronarlo.

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