Y se cumplieron cuarenta días para él.El lector encontrará, en el primer volumen de Univ. Hist. 8vo. pag. 489, un minucioso relato de la forma de embalsamar, que se hacía sin desfigurar el cuerpo; de modo que los mismos cabellos permanecieron en las cejas y los párpados, y se conservó el parecido del semblante. Transcurridos los días permitidos para el embalsamamiento, lavaban todo el cuerpo y envolvían filetes de lino fino por todas partes, cubriéndolo con goma de mascar, que los egipcios usaban en lugar de pegamento. Habiendo cumplido los embalsamadores sus partes, los parientes recibieron el cadáver y lo metieron en un ataúd de madera, con forma de hombre, que colocaron contra la pared del edificio diseñado para tal fin; porque varios de los egipcios mantenían a sus muertos en casa con ellos sobre el suelo en magníficos apartamentos, habiendo, por este método, el placer de ver los rasgos de sus antepasados; ya menudo llevaban el cadáver seco de un amigo como invitado a sus fiestas. No debemos condenar apresuradamente a José por seguir la costumbre de los egipcios en este caso, de embalsamar a su padre; pues nada menos habría parecido decente a los ojos de los egipcios, hacia la memoria de su padre fallecido.

Los egipcios lloraron por él sesenta y diez días - En cuarenta días terminó el embalsamamiento: el cuerpo permaneció treinta días más en la salmuera, hasta que estuvo completamente sazonado; y estos fueron los días fijados para el duelo. Durante este tiempo, como nos informa Diodoro, era costumbre untar el corazón con barro, mientras los judíos rociaban cenizas sobre sus cabezas, y andar lamentándose hasta que el cadáver fuera enterrado o eliminado de otra manera; abstenerse de bañarse, de vino, de toda comida delicada y de ropa fina. Las relaciones femeninas, en particular, se dedicaron a hacer grandes lamentos y a golpearse.

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