Que ni el hombre ni la bestia prueben nada. Esto estaba llevando su abstinencia a una severidad mayor que la que encontramos practicada entre los judíos; porque aunque en tiempos de calamidad pública, y en el día de la expiación solemne, encontramos que hicieron ayunar a sus hijos, como podemos deducir de Joel 2:16 ; sin embargo, en ninguna parte leemos que hayan extendido ese rigor a su ganado. De hecho, Virgilio, en su quinta égloga, trae a un pastor que le dice a su compañero que por la muerte de Julio César el duelo fue tan general, que ni siquiera las ovejas y otras criaturas fueron arrojadas al agua: pero posiblemente esto puede considerarse como una exageración poética.

De Homero y otros autores antiguos aprendemos que cuando un héroe o un gran guerrero moría, la costumbre era hacer ayunar a sus caballos durante algún tiempo y cortarles parte del pelo: y los historiadores nos dicen que el Los habitantes de Canarias y Perú, en épocas de gran sequía, encerraron a sus ovejas y cabras, sin darles de comer, con la presunción de que sus fuertes gritos y balidos llegarían al cielo, y prevalecieron con el Ser Supremo para darles lluvia.

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