Allí le prepararon una cena. Era costumbre que los judíos recibieran a sus amigos de una manera más noble que de costumbre, unos seis o siete días antes de la Pascua; y fue en cumplimiento de esta costumbre, así como por un respeto particular a Jesús, a quien más reverenciaban y amaban, y quien les había conferido una bendición tan grande, que Lázaro y sus hermanas hicieron este entretenimiento. No fue una derogación para Martha que ella sirviera en la mesa; porque no era habitual que las mujeres se sentaran a la mesa con los hombres en este tipo de entretenimientos.

Además, le correspondía a ella, una peculiar muestra de estima y reverencia, a causa del milagro que había obrado a favor de su familia. El hecho de que Lázaro se sentara a la mesa sirvió para mostrar la realidad del milagro realizado en su tumba; que no fue un espectro o una ilusión lo que luego se presentó a su vista; y que Lázaro no solo fue devuelto a la vida, sino también a una salud perfecta.

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