Sin embargo, no le habéis conocido, etc. Aunque profesas adorar a mi Padre como a tu Dios, no le conoces: ni te haces un concepto recto de él, ni le reconoces como debieras hacerlo; para que desmientes tu profesión; y aunque lo consideres una vanagloria, debo decirte que si dijera que no pienso con justicia en él, ni lo reconozco como se merece, sería un mentiroso. como tú; porque conozco sus consejos más íntimos, y en todo conozco perfectamente y hago su voluntad.

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