Nunca más serán recordados por su nombre. Es en vano buscar la pureza del culto religioso, que responda a esta profecía, entre los judíos que regresaron del cautiverio babilónico. Esta parte de la profecía, con todas las demás, recibirá su cumplimiento en la raza convertida en los últimos días. Ciertamente se dice que, después del regreso de Babilonia, los judíos evitaron escrupulosamente la idolatría y han continuado sin mancharse con ella hasta el día de hoy. Pero en general, como afirman todos los comentaristas, uno tras otro, no es cierto. Entre los judíos restaurados, de hecho, no había idolatría pública, patrocinada por el gobierno, como había existido en tiempos antes del cautiverio, particularmente durante el reinado de Acaz.

Pero desde la época de Antíoco Epífanes hasta los últimos momentos de la política judía, hubo una facción numerosa y poderosa, que en todo afectó las costumbres griegas; y este grupo helenizante eran idólatras para un hombre. Los judíos de los tiempos actuales, hasta donde los conocemos, parecen estar verdaderamente libres de la acusación de idolatría, propiamente dicha. Pero del estado actual de las diez tribus no tenemos un conocimiento seguro; sin lo cual no podemos acusarnos ni absolverlos.

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