Así dice el Señor. - Antes de proceder a la elección, Samuel nuevamente le recuerda a Israel su locura e ingratitud al rechazar voluntariamente al glorioso Rey Eterno por un soberano terrenal. Era perfectamente cierto que, en las actuales circunstancias de Israel, el establecimiento de un rey mortal era necesario para el desarrollo del poder hebreo, pero no era menos cierto que tal cambio en la constitución hebrea nunca habría sido necesario si no la nación abandonó a su propio Soberano Eterno, quien en el pasado los había salvado de peligros mucho mayores que los que los amenazaban.

Ahora era necesario un cambio en el gobierno de Israel, por eso Dios les dio su deseo; pero el cambio implicaría la pérdida para siempre de la mayor bienaventuranza de la que el pueblo se había mostrado absolutamente indigno.

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