Entonces Saúl dejó de seguir a los filisteos. - Saúl reconoció ahora que la falla que hizo que el oráculo del Urim y Tumim callaran era suya y no de Jonatán. Parece haber aceptado tranquilamente la evidente renuencia de Ahías a tolerar una persecución pública; apartó entonces sus fuerzas de la dirección del enemigo y subió, sin duda, a Guibeá; pero el poder de los filisteos por el momento parece haberse roto por completo, y se retiraron a sus propios distritos a lo largo de las costas del mar.

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