Comentario de Ellicott sobre la Biblia
1 Samuel 6:2
¿Qué haremos con el arca del Señor? - Durante los siete meses que siguieron a la gran victoria filistea de Afec, el Arca permaneció en el país de los enemigos de Israel. Fue trasladado de templo en templo en las distintas ciudades, pero siempre le siguió la misma condenación. Los habitantes de la ciudad donde estaba el Arca fueron heridos con abscesos mortales, además de los cuales, según la declaración en 1 Samuel 6:5 , una plaga de ratones de campo durante el mismo período probablemente asoló la tierra.
En su angustia, los gobernantes filisteos, decididos a deshacerse del trofeo fatal del que una vez estuvieron tan orgullosos, consultaron a sus sacerdotes y adivinos sobre la manera más elegante y eficaz de devolver el emblema hebreo capturado. Los “adivinos” en los consejos de todas las naciones de la antigüedad ocupan un lugar destacado. Oímos hablar de ellos con diferentes designaciones, como magos, hechiceros, adivinos, augures, oráculos, etc.
Ejercieron su extraño oficio, ahora con la ayuda de flechas, ahora con las entrañas de los animales muertos, ahora con la observación de las estrellas, ahora con la observación de los signos naturales, el vuelo de los pájaros, etc. Estos hombres, que de una forma u otra incursionaron en la ciencia oculta, y quizás aquí y allá fueron ayudados por espíritus malignos e inmundos, pero que comerciaron con más frecuencia con la credulidad y superstición de sus semejantes, ocuparon una posición considerable entre las naciones de la antigüedad. .
Oímos hablar de ellos con frecuencia entre los israelitas, quienes parecen haber adoptado esta clase de consejeros de las naciones paganas que los rodeaban. Isaías ( Isaías 3:2 ) los menciona especialmente y los considera adivinos entre las órdenes principales del Estado. La versión en inglés, sin embargo, con singular inconsistencia, traduce la palabra en ese mismo pasaje por "prudente"; posiblemente, se ha sugerido ingeniosamente, debido a que a los traductores les disgustó encontrar a los profesores de un arte prohibido en tan alto rango entre el pueblo elegido.
En el primer verso la LXX. agregue, “y la tierra se llenó de ratones”, otra de las muchas adiciones explicativas tan comunes en la traducción griega del hebreo.