XII.

Pasamos aquí de la historia de los grandes y agravados crímenes de David a la de su profundo arrepentimiento. Sin lugar a dudas, Salmo 51 es la expresión de su penitencia después de la visita de Natán, y Salmo 32 la expresión de su experiencia después de la seguridad del perdón divino, puesta para advertencia, instrucción y consuelo de los demás.

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