La mención de la palabra "mediador" implica un contrato en el que hay al menos dos partes. Pero donde hay un contrato también debe haber condiciones, y si estas condiciones no se cumplen, el conjunto se cae al suelo. Tal era la Ley. La Ley no se guardó y, por lo tanto, se perdieron las bendiciones adjuntas a ella. Por otro lado, la promesa depende solo de Dios. Él lo dio, y seguramente lo guardará, sin importar lo que haga el hombre.

Solo Dios está interesado en ello.
Este pasaje es un ejemplo conspicuo del avance que se ha hecho en la exégesis del Nuevo Testamento. Se dice que ha recibido hasta 250 o 300 (según otra estimación, incluso 430) interpretaciones, pero en el momento actual hay una tendencia a aceptar lo que se ha dado anteriormente, lo que, se espera, se considerará satisfactorio.

Ahora bien, un mediador no es un mediador de uno. - La propia idea de un mediador involucra al menos a dos partes. La Ley tenía un mediador, por lo que la Ley involucra a dos partes. En otras palabras, es un contrato.

Pero Dios es uno. - Por otro lado, Dios, el dador de la promesa, está solo: por lo tanto, la promesa no es un contrato; y, apoyado en Dios, es irrenunciable.

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