Isacar. - Heb., Hay alquiler. Como suele ser el caso en los nombres hebreos, hay un doble juego en la palabra: primero, aludía al hecho extraño de que Jacob había sido contratado por Raquel por las mandrágoras; pero, en segundo lugar, Lea le da un significado más elevado, "porque Dios", dice, "me ha dado mi salario". A sus ojos, el nacimiento de su quinto hijo fue una recompensa divina por el autosacrificio involucrado en dar su sirvienta a Jacob, y que había sido seguido por años de descuido de sí misma.

Como también se dice que “Dios escuchó a Lea”, podemos estar seguros de que ella había orado pidiendo la bendición de Dios para su reunión con su esposo; pues la objeción de Calvino de que la oración apenas acompañaría cursos tan odiosos tiene poco peso. Leah y Rachel eran campesinas sin educación ni formación, cuya única preocupación era tener descendencia. Leah era la más religiosa y la mejor disciplinada de las dos; y la vergüenza ideal era que se hubiera visto obligada así a comprar las atenciones de su marido.

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